domingo, 14 de enero de 2007

El club de los grandes Hipócritas

"La verdad os hará libres, pero también os hará… profundamente antipáticos”. Así rezaba el lema de un club secreto que funcionaba en la Universidad de Oxford hace medio siglo. Sus miembros, que se hacían llamar Los Grandes Hipócritas, defendían este rasgo el carácter humano como una virtud máxima..Naturalmente cabe pensar que tal idea era solo producto de la excentricidad habitual entre estudiantes elitistas, pero lo cierto es que se tomaron la molestia de escribir toda una panegírico de la hipocresía social a la que consideraban como expresión del más alto sofisticamiento y buena educación. Un rasgo que le impedía que las personas fueran por ahí expresando sus más intimas (y casi siempre desagradables) opiniones sobre el prójimo. Ellos opinaban que la hipocresía social era un factor que mas diferenciaba al hombre de las bestias y por tanto, un producto de su mejor inteligencia Seria muy largo el exponer aquí tan original teoría, pero baste con señalar sus puntos más destacados ya que, tal vez, puedan resultar de un interés en un mundo tan agresivo como el nuestro en el que el insulto es moneda de curso legal, y en el que cantar las verdades se considera muy recomendable. En contraposición a esta actitud, el Club de los Grandes Hipócritas hacia las siguientes reflexiones:Dejando a un lado la obvia conveniencia de una cierta urbanidad en el trato social (y ¿qué es la urbanidad sí no pura hipocresía?) señalaban otras cualidades importantes atribuibles a su virtud preferida. Para empezar aseguraban que la hipocresía, como arte que es, solo esta al alcance de los seres mas inteligentes, de aquellos que conocen los puntos débiles del prójimo y saben cómo aprovecharlos en beneficio propio. “El hipócrita- sabe cuan vulnerable son todos los humanos al halago, y lo utiliza sin sonrojo y es licito perfectamente lícito que lo haga puesto que la vanidad – a diferencia de la hipocresía- es un rasgo humano sin ninguna faceta positiva y merece ser puesta en evidencia”. “Nuestra virtud favorita”continuaban diciendo los Grandes Hipócritas “sabe adoptar otros muchos disfraces interesantes para conseguir sus fines como cuando se vale de la alabanza desmedida hasta producir en el efecto contrario al que parece a primera vista porque ¿Existe mayor canto a la hipocresía que el discurso de Marco Antonio ante el cadáver de Cesar donde comienza ensalzando a Bruto? Igual que Antonio fue capaz de convertir al asesino de Cesar de salvapatrias en villano con su discurso hipócrita, nuestra virtud favorita resulta ser el dulce envenenado mediante el cual se logra que el oyente acabe aborreciendo lo que (en apariencia) uno está ensalzando. La hipocresía, por tanto es sutil, educada, talentosa, no se encara con nadie y cuando se ve en la obligación de decir la verdad, recurre a la ironía de la que es hermana de sangre “.“En conclusión: hermanos defendamos la existencia de la hipocresía como la forma de inteligencia que nos diferencia de las bestias: si ellas recurren a la fuerza bruta es porque no pueden valerse del don divino de la palabra”De este modo concluía el original club su discurso dejando en el lector la duda razonable de si hablaban en serio o en broma. Muchos años después de leerlo, cuando yo casi había olvidado sus postulados, encontré una máxima de la Rochefoucauld que me ha hecho recordar al Club de los Hipócritas y que aquí transcribo por si alguien cree que se merece un segundo pensamiento. Dice simplemente así: “La hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud”.

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