lunes, 19 de febrero de 2007

Mi vecino de arriba

“Ahhh buenooo!!!!!” Esa fue mi expresión anoche cuando intentando dormir comencé a escuchar no sólo gemidos por parte de una chica sino más bien gritos escandalosos.
Ya me habían hablado de mi vecino de arriba, pero nunca había escuchado nada, en realidad ni siquiera lo conozco.
Me habían dicho que antes era costumbre escuchar casi todas las noches a estas chicas disfrutando con el vecinito, y digo chicas porque no era siempre la misma.
Uno se imagina que debe ser EL HOMBRE!, pero aparentemente uno no da ni diez centavos por él.
En fin, yo no conozco a nadie, ni a las chicas ni al muchacho, pero podrían facilitarle la tarea a estas chicas del Dpto. de abajo, para que continúen disfrutando de sus procesos zen en tranquilidad.

miércoles, 14 de febrero de 2007

Un regalo...

... en el día de los enamorados.

El arte de ser plenamente humano

Hoy quiero regalarles un artículo del Dr. Amor me refiero a Leo Buscaglia, un hombre que ha llegado a mi, gracias a una amiga hace un par de años. Realmente nunca son de mi agrado estos tipos de libros que se encuentran calatogados como de autoayuda, pero en fin... luego de leerlo, y en el preciso momento pude darme cuenta de muchas cosas que estaba dejando de lado, y por eso cuando tuve la oprtunidad regale este libro "Vivir, Amar y Aprender" a un gran hombre que estaba pasando por un mal momento, y luego él me dijo que le había sido de mucha ayuda.
Entre los libros de autoayuda, desde chica siempre me gusto Jaime Barylko y gracias a Dios tuve la oprtunidad de escucharlo en un teatro con sólo 15 años y quede fascinada, tenia muchas ganas de escucharlo y realmente fue mejor que leerlo, a los pocos años fallece y yo recuerdo esa tarde en el patio de mi casa, cuando escuche la triste noticia por la radio. Tenia muchas ganas de volverlo a escuchar para comprenderlo y disfrutarlo más gracias a una mayor madures que no se compara cuando uno tiene solo 15 años, pero no fue posible.
Nunca lei a otro autor, nunca otro libro de autoayuda, siempre estuve en contra de este tipo de libros, salvo los de Jaime Barylko, hasta que conocí a Leo Buscaglia, y también supe que era otra excepción entre los malos libros de autoayuda, recuerdo graciosamente que cuando me hablaron de Leo Buscaglia, lo confundí con un cantante uruguayo que posee el mismo apellido pero este se llama Martín.
Me preocupa siempre un poco por dónde empezar porque sé que algunos de ustedes han leído mis libros dado que me han escrito cartas maravillosas, o han visto videos de mis conferencias, y conocen bastante bien mis temas habituales. Otros, como no podía ser de otra manera, no tienen idea de quien soy. Eso también es bueno porque podremos llegar a conocernos esta noche.
Esta noche quiero referirme a un tema que me apasiona: el arte (sí, literalmente el arte) de ser plenamente humano. Nose lo que piensan ustedes, pero a mí me atrae muchísimo la idea de que soy humano y tengo todo el potencial de serlo.
Recuerdo que en una ocasión me impresionó terriblemente algo que leí en un libro de Haim Ginott. Es algo muy conmovedor, escrito por una directora de escuela, que se lo entregó a Ginott:

Soy sobreviviente de un campo de concentración. Mis ojos vieron cosas que ninguna persona debería presenciar. Cámaras de gas construidas por ingenieros de verdad. Niños envenenados por médicos. Infantes muertos por enfermeras diplomadas. Mujeres y bebés asesinados por egresados secundarios y universitarios. Por eso desconfío mucho de la educación. Mi pedido es: ayude a sus alumnos a ser humanos. Sus esfuerzos nunca deben producir monstruos eruditos o psicópatas educados. La lectura, la escritura, la ortografía, la historia y la aritmética sólo son importantes si sirven para que nuestros alumnos sean más humanos.

¿Saben lo que pienso? Enseñamos todo tipo de cosas a la gente, salvo lo esencial, que es la vida. Nadie nos enseña nada sobre la vida. Se supone que uno debe saberlo. Nadie nos enseña cómo ser humanos, y qué significa esto, y la dignidad implícita en la afirmación: “Soy un ser humano”. Todos dan por sentado que es algo que deberíamos haber adquirido por ósmosis. Pero esto no se aprende por ósmosis.
Me gusta participar de paneles porque me encuentro con bellísimas personas. Todo el mundo busca las definiciones ¿No les resulta interesante? “Doctor Buscaglia, ¿puede usted definir el amor?” Y yo respondo: “En absoluto. Pero sí trato de vivirlo”.
Es sumamente difícil porque se trata de un concepto muy amplio. Cuanto más vivo en la alegría y la belleza, mejor soy como persona. Cada día amo más y mejor. Y definir esto, sería ponerle un límite. Pero al menos, tengo una idea de hasta dónde he llegado esta marcha. También sé, sin embargo, que sintiendo mi mano, cualquiera podría darme nuevas definiciones, nuevos aportes, y juntos podríamos crecer.
Talvez haya dos mil concurrentes aquí esta noche. Todos ustedes han conocido la soledad, la desesperanza, ni uno sólo ha dejado de llorar. ¿No es maravilloso? Pero al mismo tiempo, no, hay muchos que no hayan reído o conocido la felicidad. Somos semejantes porque yo también he vivido esas experiencias, y estamos todos dedicados a la misma lucha: llegar a ser totalmente humanos. ¡Qué magnífica meta nos hemos propuesto!
Para mí, probablemente lo más emocionante del mundo es tomar conciencia de que tengo la posibilidad de ser totalmente humano. No puedo ser un dios, pero sí puedo ser cabalmente humano. Quisiera referirme a algunas de las cosas que considero esenciales para convertirse en un ser humano pleno.
Si no poseo sabiduría sólo puedo enseñar mi ignorancia. Si no poseo alegría sólo puedo enseñar la desesperanza. Si no tengo libertad sólo puedo encerrar en jaulas. Pero puedo entregar todo lo que tengo. Ése es el único motivo para tenerlo.
Cada uno es esa mágica combinación que jamás volverá a repetirse, y no importa quién sea, cuán entusiasmado o deprimido se sienta. Todo lo propio es algo único y especial. ¡Ojalá supiésemos transmitirle esto a los niños pequeños para que no demoren una vida entera en averiguarlo! Hay un mundo único para compartir.
Los que se han dedicado a estudiar la percepción saben que cada uno ve al mundo de modo diferente. Sin embargo, se trata del mismo mundo. No observamos un árbol de la misma forma, pero es siempre el mismo árbol de la misma forma, pero es el mismo árbol. ¿No sería magnífico que pudiésemos compartir ese árbol y verlo de dos diferentes maneras? A menos que cada uno asuma su responsabilidad, jamás se completará el dibujo. Yo nunca veré el árbol de los demás, y estoy convencido de que aún sufrimos desdicha, desesperación, angustia y todas esas cosas porque la gente no comparte sus mundos.
Erich Fromm afirma que lo más lamentablemente de la vida actual es que la mayoría de nosotros morimos sin haber nacido realmente. ¡No te pierdas a ti mismo! Elizabeth Kübler-Ross sostiene que los que gritan más en el lecho de muerte son los que nunca han vivido. Ham sido observadores de la vida, sin tomar parte activa en ella. No han corrido riesgos. Se pararon siempre a un costado.
Cada vez que le tendemos la mano a alguien existe el peligro de que nos abofeteen. Pero existe también la posibilidad de que alguien se nos acerque y nos acaricie con amor.
Una de las cosas más bonitas que he presenciado sucedió en un parque. Había una pareja que se había hecho de tiempo en sus horarios enloquecidos de cosas importantes para llevar a su hijito al parque. El niño se encaminaba hacia el lago. El papá fue a detenerlo. La madre, que debe de haber sido una persona inteligente y llena de amor, lo tomó del brazo y le dijo que lo dejara. Y allí partió la criatura con paso vacilante pues se notaba que apenas sabía andar. La historia tiene un final feliz: el niño no se ahogó. Estoy seguro de que el corazón de la madre latía con fuerza. Pero toda maduración implica un riesgo.
Debemos regresar a ese punto de nuestra infancia donde todo el mundo era un gigantesco misterio que había que descifrar. Siempre me digo: “Quiero saberlo todo. Quiero sentir, tocar, saborear y comprender todo, y como no hay tiempo en la vida, es preciso hacerlo ahora”.
Mis alumnos suelen decir: “Cuando termine los estudios tendré tiempo para leer”. Yo les respondo: ¡No lo harás! Si no lees ahora, nunca vas a leer.
Por eso, debemos recordar que todo comienza con nosotros, y que no podemos alegrarnos con nadie en este mundo si no estamos felices con nosotros mismos. ¡Con todas nuestras locuras y olvidos! Incluso con la capacidad de hacer daño.
Uno de los mayores atributos del ser humano es la capacidad de perdonar. “Te perdono por ser algo menos que perfecto” Exijamos que todos sean perfectos el día que uno también lo sea. ¡Así estaremos todos seguros! Que cada uno se celebre a sí mismo, con alegría y admiración y, al mismo tiempo, a los demás.
Un día iba yo caminando junto al rió cuando vi. un viejecito sin dientes, y realmente muy sucio para nosotros que somos tan limpios. El hombre bebía una botella de vino barato, comía un trozo de queso y ostentaba una amplia sonrisa en el rostro. Cuando pasaba a su lado, me dijo: “Buen día, hijo”. Cualquiera que me llame “hijo” es mi amigo. Me senté entonces con él y comenzamos a hablar. Compartimos el vino, el queso y la charla. Y le dije: “se lo ve tan feliz, tan satisfecho. ¿Tiene algún secreto para la felicidad?” Sin dudarlo un instante me respondió: “Por supuesto que sí”. “¿No me lo diría?” “Desde luego, hijo. Si quieres ser feliz toda su vida, mantén siempre tu mente llena y tus intestinos vacíos”. ¡Eso sí que es sabiduría! ¡Y nadie lo invitó a él a una reunión de cerebros! Tendrían que haberlo llamado.
Creo firmemente que esta magnífica condición de humanos, con toda su maravilla, es el regalo que nos hace Dios. Y lo que hagamos con ella será nuestra ofrenda al Todopoderoso. No se contenten con algo menos que ofrendarle a Dios el perfecto regalo que son. Y disfruten haciéndolo. Gracias.

lunes, 12 de febrero de 2007

Los hombres la prefieren gordas

Dígame: ¿encuentra usted arrebatadora a la actriz Scarlett Johansson? Si ha contestado que sí lo más probable es que pertenezca al sexo masculino; si ha contestado que no casi seguro es usted mujer. Lo digo porque he estado haciendo un pequeño muestreo por ahí y el resultado es abrumador. Para nosotras, la Johansson no es más que una gordita sin más atractivo que unos labios (demasiado bembones para mi gusto) unas caderas (anticuadamente redondas) y un aire general de niña buena como el de la vecinita de enfrente. Para ellos, en cambio –y cito textualmente la respuesta más habitual–, es “puro sexo”. Lo más notable del caso es que varios amigos míos gays están de acuerdo con esa opinión, lo que explicaría la fascinación que ellos sienten por orondas flamencas y damas contundentes a lo Marilyn Monroe. Y es que, rindámonos de una vez a la evidencia, los hombres, todos, las prefieren redondas, por no decir gordas. Sin embargo, tan mediatizados estamos por la tele y las revistas, que pensamos que los cánones de belleza son lo que vemos en las pasarelas: niñas andróginas, fusiformes, o ese otro esperpento moderno que ha surgido de los bisturíes de los cirujanos plásticos. Me refiero a una fémina que no se parece a ningún bicho viviente sino a la muñeca Barbie. Se trata de mujeres muy estrechas de caderas pero con trasero rotundo, talla 100 de sostén y un montón de silicona extra repartida aquí y acullá a lo Pamela Anderson. Mientras tanto, nosotras, las mujeres normales, hemos creado otros modelos a los que deseamos parecernos, esencialmente de dos tipos, diría yo. Uno es el de una mujer no flaca sino esbelta, de largos brazos y piernas, y porte distinguido, como Audrey Hepburn. El segundo modelo (uno que quieren emular sobre todo menores de treinta y cinco años) es el de chica deportista, de piernas y brazos bien torneados, pecho firme y aire sanote. ¿Su encarnación? Cualquiera de las actuales tenistas rusas, cuyos nombres no recuerdo. Lo paradójico del asunto es que mientras las partidarias del modelo Hepburn se matan de hambre y las fans del look tenista rusa se machacan los meniscos en el gimnasio, los hombres van a su bola: aunque lo nieguen, aunque digan que les gustan las distinguidas o las rusas pura fibra, mienten: todos tienen una gordita Scarlett en su corazón. Como mis posibilidades de emular a la Johansson son mínimas (y mis ganas de hacerlo más microscópicas aún) he buscado consuelo y explicación a este desencuentro estético en la Antropología. Y lo he encontrado. Según esta rama de la ciencia, el hecho de que los hombres se sientan atraídos por una mujer para mí tan poco atractiva, tiene una clara razón: por mucho que las modas intenten desviar los gustos, el mandato biológico es más fuerte. Y ese mandato hace que ellos se sientan atraídos por las hembras que (creen) pueden portar mejor su semilla. Mujeres de caderas anchas para mejor parir y de pechos generosos para mejor amamantar. Mujeres rellenas y de labios incitantes. A nosotras, por nuestra parte, nos atraen los machos más fuertes y –ojo al dato– los más infieles. ¿Por qué? Porque el mandato genético hace que los machos más atractivos sean los que procuran cubrir al mayor número de hembras posibles y extender así su estirpe. Total, que por muy sofisticados y superferolíticos que nos hayamos vuelto, por mucho avance de la humanidad en los terrenos de la ciencia o de la tecnología, resulta que lo que un sexo busca en el otro es lo mismo que buscaba hace millones de años: gorditas y machotes. Hay algunas excepciones a esta deprimente regla, pero sería muy largo explicarlas ahora; ya me ocuparé de ellas otro día. Mientras tanto, baste decir que hombres y mujeres somos parecidos en muchas cosas pero muy distintos en otras, que quien quiera evitar meter la pata en las relaciones personales, más que tontos manuales de autoayuda, debería leer a los antropólogos, Darwin o, más modestamente, Helen Fisher. (Magnífico su libro Por qué amamos. Se lo recomiendo de corazón, es tan, tan esclarecedor)

domingo, 11 de febrero de 2007

Legalizar las donaciones (por Gemma Lienas)

Entro en la web MatchingDonors.com, que tiene como objetivo incrementar el
número de transplantes de órganos para salvar vidas. El texto de bienvenida reza:
“Más de 80 personas sólo en los Estados Unidos están en lista de espera para
ser sometidas a un transplante de órganos, y cada día mueren 17 sin haberlo
conseguido. Si alguna vez usted ha pensado en donar un órgano o si usted
necesita un transplante, MatchingDonors.com desea ponerlos a ambos en
contacto.”
Aparentemente, según lo que dice la página inicial, no se trata de un negocio
sino de un asunto de buena voluntad: tú quieres dar un trozo de tu intestino, otro
necesita unos centímetros de colon y los de MatchingDonors, haciendo honor a
su nombre, os presentan. En un espacio a la derecha de la web puedes hallar un
listado de categorías según los órganos requeridos: riñón, páncreas, hígado,
corazón... Y si pinchas en una de esas categorías, accedes a los nombres de las
personas, y puedes saber qué parte del cuerpo necesitan, dónde viven, su edad,
etcétera.
Cuesta imaginar que todos los implicados -los que buscan, los que donan y
los que presentan- lo hagan con el espíritu de la Madre Teresa de Calcuta; más
parece que hay gato encerrado o negocio encubierto. En realidad, no sería ni el
primer caso ni el último… Eso mismo pensaron en el hospital donde debía
llevarse a cabo un transplante de riñón a un hombre que lo había obtenido por
ese procedimiento. Lo tuvieron sobre ascuas durante los días en que se negaron
al transplante; no estaban seguros de la legalidad del método de obtención del
riñón. Finalmente han decidido que sí, que lo van a operar.
A mí, la verdad es que me han quitado un peso de encima, sobre todo como
posible futura donante. Porque imaginemos que me encuentro en una situación
de penuria económica extrema y tengo que buscarme la vida. Se me ofrecen las
siguientes posibilidades: 1. Vender los entresijos de mi vida familiar a un
programa de tomate de la televisión. 2. Vender mi sexo ejerciendo como
prostituta en alguna calle de la ciudad o en algún puticlub. 3. Venderme un
pulmón o un trozo de hígado.
Francamente, mi intimidad es mía y me la administro yo. Así pues, ni me viene
en gana airear las cuestiones familiares en la pequeña pantalla ni me apetece
irme a la cama con unos cuantos señores al día. O sea que me quedo con la
tercera opción. Al fin y al cabo, actualmente la cirugía está muy avanzada y
seguro que mi salud corre menos riesgos que la de las putas que practican el
sexo sin poder usar condones.
Ahora sólo me falta intentar convencer a alguna comisión ética para que
proponga la legalización de las donaciones de órganos vivos. Las personas que
queremos realizar esta actividad, deberíamos poder disfrutar de seguridad social,
baja por enfermedad y jubilación. ¿O no?